lunes, 30 de octubre de 2017

El equipo ascensor

El director Carlos del Río Herrero nombró a José Luis Saso como entrenador y en una mezcla de jóvenes talentos, entre los que destacó Emilio Morollón, y de jugadores experimentados, como Coque, que regresaba a casa tras su mal paso por el Atlético de Madrid.​ El Real Valladolid se mostró como un conjunto sólido que se proclamó campeón de su grupo y volvió a la máxima categoría del fútbol español.
Para reforzarse en la temporada siguiente, el entrenador, Saso, viajó a Uruguay y Argentina en busca de jóvenes talentos accesibles para la mala economía del club, y regresó con dos uruguayos, Benítez y Endériz, y tres argentinos, Solé, Aramendi y Bagneras, aunque este último fue cedido y solamente produjo beneficio económico.​ El Valladolid de aquella campaña se mostró como un equipo sin esconderse, que desarrollaba un fútbol espectacular pero con problemas de marcaje y portería, y se consiguió mantener la categoría. No fue así el año siguiente, pese a que tras una gran actuación en la Copa se llegó a semifinales.
Se retornó a Primera en un solo año, de la mano del paraguayo Heriberto Herrera, quien marchó para entrenar al R. C. D. Español. La directiva contrató entonces a Antonio Ramallets, que acababa de retirarse y aceptó ser entrenador del conjunto blanquivioleta, que tenía como objetivo mantener la categoría.​ La escuadra, prácticamente idéntica a la que logró el ascenso, se convirtió junto al Real Oviedo en la revelación de la Liga, finalizando en el cuarto puesto, la mejor clasificación obtenida hasta la actualidad.

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